Huellas que las olas no borran
- Any Meza
- 29 sept
- 2 Min. de lectura
Hace unos días llevamos a nuestras hijas a conocer el mar y, mientras caminábamos por la orilla, mi hija mayor —aunque todavía muy pequeña de edad— se emocionó cuando le mostré sus pisadas en la arena. Su emoción fue tanta que corrió con su papá para mostrárselas, pero cuál fue su sorpresa: las pisadas ya habían sido borradas por las olas, y su carita de desánimo nos tocó mucho el corazón.
Esto me hizo recordar: “Pues Dios no es injusto. No olvidará con cuánto esfuerzo han trabajado para Él y cómo han demostrado su amor por Él sirviendo a otros creyentes, como todavía lo hacen” (Hebreos 6:10 versión NTV).
Ahora, imagínate a ti caminando por la orilla del mar. Cada paso que das deja una huella marcada en la arena húmeda. Algunas huellas son firmes, otras más débiles, pero todas son parte de tu recorrido. Sin embargo, basta con que lleguen las olas para que esas huellas se desvanezcan, como si nunca hubieras estado allí.
Así pasa con la vida: Cada día trabajas, te esfuerzas, luchas en silencio, oras sin que nadie lo sepa, pero muchas veces parece que todo se borra. Nadie nota tu sacrificio, nadie reconoce tu fidelidad, nadie ve las batallas que libras. Y en esos momentos puedes sentir que tu caminar no deja rastro.
La buena noticia es que, aunque las huellas en la arena se borren ante los ojos humanos, Dios sí las ve y las guarda en Su memoria eterna. Jesús mismo nos enseñó que el Padre ve lo que hacemos en secreto:
“Pero tú, cuando ores, apártate a solas, cierra la puerta detrás de ti y ora a tu Padre en privado. Entonces, tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará” (Mateo 6:6 versión NTV).
Las olas de la vida pueden borrar tu esfuerzo y tus procesos, pero Dios nunca olvida cada lágrima derramada en oración, cada servicio hecho en amor, cada paso dado en obediencia. Todo es registrado en el cielo. David lo expresó de esta manera: “Tú llevas la cuenta de todas mis angustias y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco; has registrado cada una de ellas en tu libro” (Salmo 56:8 versión NTV).
Esto significa que nada de lo que haces para el Señor se pierde. “Por lo tanto, mis amados hermanos, permanezcan fuertes y constantes. Trabajen siempre para el Señor con entusiasmo, porque ustedes saben que nada de lo que hacen para el Señor es inútil” (1 Corintios 15:58 versión NTV).
Por eso, sigue caminando. No te detengas, aunque parezca que nadie nota tu esfuerzo. Tus pasos en fe dejan marcas invisibles que el mundo no entiende, pero que Dios atesora.
Oración
Señor, gracias porque Tú ves lo que los demás no ven. Aunque mis huellas en la arena se borren con las olas, confío en que en Tu corazón nada se pierde. Dame fuerzas para seguir caminando con fe, porque sé que mi recompensa viene de Ti. Amén.
Con amor,
Any Meza




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