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Usando mis lentes espirituales

  • Nidia Carbajal
  • hace 2 días
  • 3 Min. de lectura

Hace algunos meses, comencé a notar que ya no veía del todo bien, no era algo que me impidiera vivir, pero no veía muy claro todo, ya usaba lentes y los que usaba en ese momento ya tenían algunos años; entonces, solo asumí que era el tiempo que tenían o que tal vez requería un poquito más de aumento, pero que no era algo que me impidiera hacer mis actividades día a día. Sin embargo, cuando tenía que manejar en las noches, sinceramente manejaba con miedo, porque me costaba mucho más trabajo ver y no alcanzaba a distinguir del todo bien los carros cuando quería cambiarme de carril o incluso algunas señales de tránsito.

Entonces, el día que al fin me hice el tiempo de ir a nuevamente a mi examen de la vista, la chica que me realizó el examen, me hizo unos cambios y de verdad, ¡mi vista cambio increíblemente! Había olvidado lo que era ver un poco más claro, y cuando me terminó de hacer el examen me dijo: “Los cambios que te hice son extremadamente mínimos, pero vas a tardar un poco en acostumbrarte, si gusta te puedo dejar tu aumento anterior”, y yo recuerdo que le respondí: “Es que aunque los cambios son muy mínimos, para mí fueron una gran diferencia, así que, prefiero dejarlos y acostumbrarme a los nuevos ajustes”.

Durante esa semana, mientras pensaba en eso, Dios puso en mi mente y corazón lo que Él quería que les expresara el día de hoy, ¿cuántas veces, aunque vamos caminando con Él, las situaciones de la vida empiezan a “dañar” nuestra vista y provocan que poco a poco perdamos el enfoque en Jesús?

Es tan fácil que diversos problemas como crisis financiera, las enfermedades, ya sea tuyas o de alguien cercano a ti, la ansiedad, la depresión, etc. Puedan provocar que comencemos a ver un poco “borroso” hacía donde vamos. 

Vivimos con miedo, porque no alcanzamos a ver que hay hacia delante, pero, si hacemos una pausa, y nos hacemos un tiempo para conectar con Dios, leer Su Palabra, y escuchar lo que Él tiene para decirnos. En cada parte de ella nos afirma que Él ya sabe qué planes tiene para nuestro futuro, como nos recuerda en:

 

Jeremías 29:11 (versión NVI)

“Porque yo conozco los planes que tengo para ustedes – afirma el Señor -, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”.

Aunque tal vez nosotros no alcanzamos a ver hacia donde vamos, dónde sí debemos enfocar nuestros lentes espirituales es en Dios.

 

Hebreos 12:2 (versión NBV) nos dice lo siguiente:

“Mantengamos fija la mirada en Jesús, pues de Él viene nuestra fe y Él es quien la perfecciona. Él, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz y no le dio importancia a la vergüenza que eso significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios”.

Aquí Dios nos está recordando que lo único que debemos hacer es verlo a Él, sin importar lo que está alrededor, porque es Él quien perfecciona nuestra fe a través de Su cruz. 

Así que quiero invitarte a “usar tus lentes espirituales”, y que permitas que sea Jesús mismo quien los “ajuste”. Aunque el cambio pudiera ser muy mínimo, la meta es que podamos verlos con mayor claridad a Él, impidiendo que las circunstancias difíciles de la vida hagan que veamos “borroso”, y que, aunque nos cueste un poco de trabajo comenzar a vivir en ese ajuste, podamos tener la plena certeza de que Él tiene cuidado de nosotros en cada momento y situación. Mientras más fijemos nuestra mirada en Él y esa sea nuestra prioridad, Dios se encargará del resto.

 

Mateo 6:33 (versión RV60)

“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.

 

Oración:

Querido y amado Dios, queremos pedirte que seas Tú quien ajuste nuestros lentes espirituales, aunque parezca que es mínimo, y nos cueste trabajo comenzar a caminar en esa verdad, ayúdanos a seguir confiando en Ti pase lo que pase. 

Guarda nuestro corazón de todas las circunstancias de la vida que puedan afectar nuestra vista espiritual. 

Te pedimos que seas Tú quien calibre constantemente nuestra mirada para verte solamente a Ti y que Tú seas la prioridad número uno en nuestras vidas. Confiamos en Ti y en cada uno de los planes que tienes para nuestras vidas, en Tu nombre Jesús, que es sobre todo nombre, hacemos esta oración. Amén.

Con amor,

Nidia Carbajal

 
 
 
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